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Odio esos días cuando al despertar sabes que has tenido un mal sueño pero no recuerdas nada y te preguntas una y otra vez qué fue pero no puedes recordar, odio esas noches de sueños pesados.
Para ayudar un poco Firulais se ha puesto a ladrar a las 3 de la mañana y uno no puede despertarse, bajar, encender las luces, abrir la puerta, preguntarle a Firulais que tiene y regresar a la cama a dormir así como así.
Es de esos amaneceres en los que al despertar uno quisiera esconderse del día en las sabanas cubriendose el rostro por 5 minutos más. Es de esos días en los que uno simplemente quisiera envolverse en la delicia del agua caliente que corre por las mañanas hecho un ovillo y flotar y soñar como un niño.
Y es que mi mundo ha girado en tan solo unos días y el cuerpo me pide café.